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El fútbol femenino no es una novedad. Siempre ha existido y se ha jugado en todos los rincones del mundo, ya sea en canchas de pasto o de tierra. A pesar de su rica historia, la sociedad machista del pasado negó a las mujeres el lugar que merecían en este deporte. Pero ellas siempre estuvieron al pie del cañón, presentes tanto en las gradas como en los equipos de barrio.
Lo que faltó fue el reconocimiento. En un contexto históricamente machista, este deporte fue invisibilizado cuando lo practicaban mujeres. Aun así, ellas siempre estuvieron ahí, jugando en los barrios, en los recreos escolares, en las tribunas y durante sus tiempos libres. El fútbol, desde sus raíces, fue un juego sin género.
Recuerdo mi infancia, cuando niñas y niños compartíamos la pelota sin distinciones. El juego era mixto, espontáneo y libre. Sin embargo, a medida que crecíamos, el sistema empezaba a marcar diferencias, a excluir y a relegar. Las mujeres que se dedicaban al fútbol fueron ignoradas, silenciadas y, muchas veces, ridiculizadas.
Hoy, cuando el fútbol femenino comienza a ganar espacio, es fundamental mirar hacia atrás y reivindicar a todas esas mujeres que jugaron sin ser reconocidas; que entrenaron sin recursos, que compitieron sin aplausos, que soñaron sin premios.
Un claro ejemplo de esta desigualdad se observa en los premios más destacados. France Football, la entidad detrás del Balón de Oro, convoca a 100 periodistas para el jurado masculino, mientras que solo 50 para el femenino. Este desequilibrio no solo refleja una visión machista, sino que también menosprecia los logros de las futbolistas.
Es momento de que France Football muestre un compromiso real con la igualdad y establezca jurados con el mismo número de miembros en ambas categorías.
Afortunadamente, hay señales de cambio. Este año se introducirá un premio significativo para las mujeres, como el de Mejor Portera, Mejor Jugadora Joven y Máxima Goleadora. Este es un avance importante para reconocer los logros individuales, pero no debemos detenernos aquí.
Es nuestra responsabilidad seguir exigiendo un trato equitativo en todos los ámbitos del fútbol.
Las instituciones, como France Football, deben dejar atrás su sesgo machista y avanzar hacia la equidad. Es crucial que el jurado del Balón de Oro sea equilibrado, con la misma representación masculina y femenina, y que las voces de las mujeres tengan el mismo peso que las de los hombres. Porque el fútbol también nos pertenece. Siempre lo ha sido y siempre lo será. Nos falta mucho recorrido pero el recorrido por la igualdad es un camino en conjunto.
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